miércoles, 21 de octubre de 2009

Un defensor para Messi



Ahora Lionel Messi es un “extraordinario delantero” y nada más. Se dice de él “que en la Selección no rinde”. “Que no siente la camiseta como Diego”. “Que sólo juega bien con el Barcelona”.
Resulta que se lo está criticando desmedidamente. Sin dudas, que el joven prodigio no está descollando en el seleccionado en el que nadie la rompe, o al menos, nadie juega bien, salvo el arquero. Pero de ahí a que Messi tenga que ser lo que fue Maradona hay una gran distancia.
Los hinchas en Argentina son un reguero de pólvora y con poco revientan de estupidez. Por supuesto, que a ese reguero de pólvora lo encienden los medios de comunicación.
En efecto, resulta inexplicable el nivel de ceguera y de capacidad de olvido que tenemos. Messi en 2007 quedó segundo en la votación en la elección del Balón de Oro, en 2008 fue campeón de fútbol en los JJOO de Pekín '08 y campeón del mundo sub-20 en 2006 -6 partidos 6 goles- y, en la actualidad, el planeta lo considera como el mejor jugador del mundo.
¿Saben que logró la pulga en su corta carrera?:12 títulos –además de los mencionados: obtuvo una Champions League, tres Supercopa de España , una Supercopa de Europea- una Copa del Rey, tres ligas y, en el Barcelona, en 194 partidos convirtió 94 goles. En la Selección mayor lleva 26 partidos como titular –en 6 más ingresó- y trece goles. ¿Les parece poco?
¿Cómo es que se puede cometer una injusticia sistemática con cada ídolo nacional? Recordemos: Gabriela Sabatini, perpetró el enorme error de ser talentosa tan joven, que luego cuando no podía con la imponente Steffi Graff, la sociedad la enviaba derechito a la hoguera. Fue la mejor tenista de nuestra historia.
Hace meses, le pasó algo similar a Juan Martín Del Potro –hoy ídolo máximo del deporte argentino- por ir al torneo de Maestros y llegar cansado a la fatídica Copa Davis, versión ‘09.
Misma mala suerte corrió Guillermo Coria, que nunca pudo recuperarse después de perder la final de Roland Garros, en 2004, con Gastón Gaudio. La crítica lo sepultó.
Es que Argentina ha sido jodida hasta con los verdaderos "próceres": Julio Cortázar no fue recibido –se cree por el costo político que traía aparejado reunirse con un zurdo ortodoxo tal- en tiempos de incipiente apertura democrática por el inminente presidente, Raúl Alfonsín, porque no tuvo tiempo en su agenda.
Como tampoco tiene tiempo nuestra cultura nacional para enseñar a sus chicos quienes deberían ser los ídolos reales: tal vez, sólo los estudiantes de medicina saben quienes han sido Luis Leloir, premio Nobel de Química en 1970, Bernardo Houssay, Nobel de Fisiología y Medicina en 1947, o César Milstein, Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1984 -todos argentinos, excepto, Leloir que nació en Francia pero trabajó toda su vida en Argentina-.
Hay más: René Favaloro, creador del By Pass- salvó miles de vida con ése "puente arterial"- se quitó la vida cansado que Argentina le diera la espalda. Mariano Moreno, se cree, fue asesinado por pedido de Cornelio Saavedra, en medio de viaje en un barco inglés. Su cuerpo fue envuelto en una bandera inglesa y arrojado al mar.
Entonces, si no damos atención a estos tipos y tampoco rezongamos ante aquellas calles con nombres de genocidas o ladrones –Julio Roca, Bernardino Rivadavia-por caso, por qué no le vamos a caer a un pibe de 22 años por no jugar bien en los últimos tres partidos de fútbol.
En serio: ¿Qué nos pasa a los argentinos para tener tanto odio al pedo?
Se plantea que: Cómo es que este pibe gana millones. Cómo es que no muestra sangre. Porque la rompe allá y acá no. Que acá no la larga. Qué allá si. Porque con los europeos si, y con nosotros no.

Desmenucemos: ¿Será que el pibe gana demasiado por culpa de un negocio que cada día nosotros mismos alimentamos y que hace que el propio Estado, a su vez, le quite al imperio de Clarín la transmisión de los partidos, para destinar una parte de la torta de esos fondos al circo del fútbol y no a las necesidades primordiales de educación o salud, por caso?.
¿Será que el pibe entiende que mostrar sangre es jugar al fútbol asociado que le enseña Joseph Guardiola y no la sangre demagógica que le pide Maradona?
¿Será que allá la rompe porque tiene un equipo y no tiene que lidiar con la injusta responsabilidad de ser Messi más Diez?¿O tal vez, esa responsabilidad se volvió un yunque para la pulga que sólo Maradona pudo soportar en lo público y debió darse manija con la cocaína en lo privado?
¿Será que allá en Barcelona suelta la pelota porque sabe que Iniesta y Xavi se la devuelven redonda y acá la redonda parece cuadrada porque transita como un dado? ¿O Será que en España es libre y acá el pibe está ahogado?
De amor al odio, querido Lionel, hay un solo paso. Si metías ese zapatazo en el primer tiempo contra Perú, posiblemente, hoy nadie estaría diciendo nada de ti. Pero la pelota pasó a centímetros y acá la máquina trituradora esta en off sólo si es gol.
Si Argentina queda afuera del mundial mañana con los uruguayos, Messi va a la trituradora. Si Argentina se clasifica gracias al niño crack, el Congreso tendrá que promover una Ley para que lo que reste del día 14 de octubre -post partido- sea declarado como el día del “borocotazo” de los hinchas, un feriado dedicado al veletismo nacional.
El gran Mesías, es un talento de fuga –como tantos otros que se nos escaparon- que para jugar al fútbol tuvo que irse del país porque acá no le quisieron pagar el tratamiento de hormonas que necesitaba. Entonces, Argentina a Messi no le dio absolutamente nada y hoy lo que quiere de la pulga, es que lo dé todo.
"Esta sí que es Argentina" cantaba Luca, y en este país patas para arriba quién escribe será, al menos por un tiempo, un defensor para Messi
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Ignacio Damiani

Palermo Hollywood



Lo sentaron al banco y le dieron la dieciséis. La cabellera casi le llegaba a la cintura en un glamour bien de los ’90. Fue a San Martín de Tucumán pero no tuvo chances. Pensó, en aquel momento, que si largaba el fútbol aprovecharía su altura para convertirse en un buen pivote en la zona pintada de alguna cancha de Básquet.
Al final tuvo una oportunidad, pero en Estudiantes de La Plata. Con la roja y blanca empezó a pinchar: su primer gol –primera ironía- fue frente a San Martín de Tucumán - lo que se conoce, gracias a Juan Pablo Varsky, como la ley del Ex – el loco 22 de mayo de 1993.
Sin embargo, se hizo famoso en la cancha de River, con un gol Monumental: ése día, el Pincha metió 4 y Palermo festejó meditando cerca del banderín del corner.
Boca se enamoró. Diego Maradona lo recomendó y el Loco desembarcó en el equipo de la Ribera.
Empezaron a pasar cosas raras: Martín se disfrazó de mujer para una revista deportiva, pateó un penal resbalándose y anotó frente a Platense –generó una discusión en FIFA para saber si la conversión era válida- y en la Copa América de 1999 falló tres penales -entró al libro Guinnes como récord negativo-.
Luego, sufrió su primera lesión grave: se cortó el ligamento cruzado de la rodilla izquierda, pero su racha se mantuvo: con la rodilla rota, en cancha, convirtió su gol N° 100. Boca perdía al delantero que en el campeonato anterior había convertido 20 goles en 19 partidos –récord en torneos cortos-.
Estuvo 7 meses inactivo y volvió a jugar contra River Plate, en el partido de vuelta por los cuartos de final de la Copa Libertadores 2000, el 24 de mayo de 2000, en La Bombonera.
El deté de River era Américo Gallego que ante los rumores de que Carlos Bianchi, entrenador de Boca en aquel momento, citaría al goleador averiado, declaró irónicamente que “Si Bianchi pone a Palermo yo pongo a Enzo” (por Francescoli, ídolo de River Plate, retirado del fútbol un par de años atrás). Palermo, ingresó y marcó el tercer gol de su equipo en tiempo de descuento en lo que se conoce como “el gol en muletas”.
El Loco debe su apodo, además, a sus festejos exóticos: alguna vez se bajó los pantalones, bailó, se sentó en un banquito que estaba al costado de la cancha, le gritó el gol a la cámara, se lanzó contra un cartel, se trepó a un palco y saludó desde allí arriba.
Meses después, Boca disputó la Copa del Mundo en Tokio, Japón, frente al Real Madrid. En menos de 5 minutos, el Loco, había alcanzado un par de goles. Boca salió campeón y Palermo fue premiado como el jugador más valioso del partido.
Pero la “suerte” del “optimista del gol” como lo definió Bianchi no siempre estuvo de su lado. Jugando en el Villareal de España, tras haber marcado un gol, se acercó a las gradas a saludar al grupo de hinchas que se amontonó y provocó el desmoronamiento del muro de cemento sobre su pierna derecha, que le costó una fractura expuesta de Tibia y Peroné.
Pero el Titán tuvo un momento aun más difícil: cuando perdió a su hijo recientemente nacido, Stéfano. Ese día pidió jugar y ya en su segunda etapa en Boca, le hizo dos goles a Banfield. Su festejo fue con un llanto conmovedor escondido entre los abrazos de sus compañeros.
De regreso a su casa, la Bombonera –es el goleador histórico de la cancha de Boca-, volvió a escribir escenas de su filmografía: El 18 de marzo de 2007 frente al rival de su corazón Gimnasia de La Plata (“El lobo” es el equipo al que más goles le metió: hasta el momento son 13), convirtió por primera vez en su carrera 4 goles en un mismo partido. En esa semana ya le había embocado 3 goles a su ex club Estudiantes, totalizando 7 goles en 7 días.
El 24 de febrero de 2007, ante Independiente, anotó el tercer gol de su equipo desde atrás de la mitad de la cancha (61,8 metros). En 2008, frente a River Plate, por el Torneo de Verano, se colgó del travesaño para alcanzar una pelota y de ése extraño modo logró convertirle un gol más a su clásico rival.
En 2008, sufre una vez más la rotura de ligamentos cruzados. La lesión lo mantuvo seis meses fuera de las canchas. Pero regresó: al poco tiempo consiguió hacer su gol Nº 200. Fue ante el Deportivo Táchira: El gol 200 fue de media chilena.
Pero hay más: El 4 de octubre, contra Vélez, el arquero contrario Germán Montoya, rechazó desde su área, y Palermo, desde casi 40 metros, devolvió ese disparo con su cabeza, convirtiendo otro gol histórico.
Ayer, 10 de octubre, el “D10S” Maradona intituló el gol a Perú en el minuto 93, como una obra de "San Palermo". En plena tormenta y casi con un pie afuera del mundial de Sudáfrica 2010, el loco Martín metió el gol que le dio la victoria a Argentina e hizo que su historia de vida se parezca cada vez más a un rodaje con un único sello: el de Palermo Hollywood.

Ignacio Damiani

Peligro de extinción


En el fútbol actual cada vez se juega con menos gente en el ataque, primero suprimieron al enganche y ahora todo indica que el nueve, el hombre de área, está en peligro de extinción. Qué pensarían los matadores de San Lorenzo de Almagro o los integrantes de la maquina de River Plate si vieran un partido en esta época.

El encuentro entre Huracán y el club de Núñez este último domingo, es un claro ejemplo de la falta de delanteros. Ambos equipos jugaron sin hombres de punta, en el conjunto de Parque Patricios jugaron arriba: Rodrigo Díaz, Federico Ortiz y Luciano Neto. Por el lado de River, conformaron el ataque: Marcelo Gallardo, Ariel Ortega y Diego Buonanotte. Además, fue el mejor partido del Millonario en lo que va del certamen, por lo cual, todo indica que para próximos encuentros el ataque carezca de goleadores, justo en una institución donde brillaron tantos delanteros.

Lejos quedaron los sistemas con varios jugadores en ataque, la WM (2 defensores, 3 volantes y cinco delanteros), o el 3-2-5 que usaba la maquina de River en 1941 con Ángel Labruna, Juan Carlos Muñoz, José Moreno y Adolfo Pedernera a la cabeza, quedaron en el pasado, en un tiempo que ni el más optimista piensa que pueda llegar a volver, futbolísticamente hablando, claro está.

La mayoría de los equipos actuales usa el doble cinco, quien fue el encargado de matar al enganche, el diez, el histórico creador de juego. cada vez abundan más los polifuncionales, que como dijo Ángel Cappa “Son jugadores que no saben en que posición jugar”. Las razones de esta falta viene desde las inferiores de los clubes y el discurso siempre apunta hacia Europa, porque según ellos en el viejo continente no se buscan diez, sino jugadores de toda la cancha. Encima ahora con la inclusión de un volante ofensivo más, se le saca un lugar del equipo al delantero. El 4-2-3-1 es el esquema de moda, lo usa el Liverpool con Fernando Torres haciendo de ese “1” y el Real Madrid con Karim Benzema también usa ese sistema.

En Argentina el técnico que empezó a usar el 4-2-3-1 fue Diego Simeone en River, con Sebastián Abreu o Radamel Falcao arriba solos y con Matías Abelairas de doble cinco junto con Oscar Ahumada. Ahora el “Cholo” utiliza en algunos partidos ese esquema en el San Lorenzo puntero, con Bernardo Romeo arriba esperando asistencias de Leandro Romagnoli o de Alejandro Gómez, quienes juegan detrás del nueve.

Por suerte quedan algunos técnicos audaces que siguen apostando a los nueves, esos jugadores que definían un partido en las bravas. Los Bianchi, los Erico, los Batistuta, los Di Stéfano... aquellos que dejaron tantas gargantas sin aliento por los goles marcados. Por el bien del fútbol, ojala que en un futuro no se tenga que recurrir a nueves polifuncionales, si no, ya se sabe que dirían Roberto Telch y compañía: “Antes se jugaba mejor”.

Nicolás Luchetti